El Lejano Oeste almeriense

El espíritu del Lejano oeste americano nunca pasa de moda. Su imaginario se popularizó a mitad del siglo pasado gracias al cine Western; una iconografía visual en la que cowboys, cazarrecompensas, colonos y sheriffs se enfrentaban a situaciones diversas. Sus peripecias tenían lugar en un periodo histórico muy concreto, ubicado en los años que componen el epílogo del siglo XIX y los albores del XX. Un lapso temporal corto en términos generales, pero ampliamente prolífico en relación a la creación cultural del séptimo arte.

Pero las aventuras del Western no solo se limitan al contexto cinematográfico, sino que también han encontrado su difusión en otros productos de masas. Síntoma de su buena salud, hoy en día puedes descubrir juegos de tragaperras relacionadas con el Western como Wild Wild West o Desperados Wild; jugar a videojuegos dedicados a esta temática como Red Dead Redemption, escuchar canciones Country como las de Johnny Cash o incluso revivir el Lejano Oeste en las páginas de una ingente cantidad de obras literarias. Una iconografía infinita que, como podemos ver, sigue ofreciendo productos de calidad. Como es el caso de la reciente obra «El Poder del Perro«, un largometraje de Netflix nominado a los Premios Oscar.

Cuando pensamos en muchas de estas obras, las vinculamos inevitablemente a Estados Unidos y su marco geográfico. Pero muchos de los parajes icónicos del Western forman parte de nuestro país. La orografía española está llena de contrastes, hecho que ha ayudado a que muchos directores de fotografía la describen como un escenario natural ideal.

En la segunda mitad del siglo XX, España vivió una verdadera época dorada en lo que al cine del Oeste se refiere. Y el desierto almeriense de Tabernas es uno de los rincones en los que la actividad cinematográfica fue frenética. Una zona que llegó a ser rebautizada como “El Hollywood europeo”. En total, se grabaron más de 300 películas, muchas de ellas vinculadas al género que hoy nos ocupa. Entre los títulos más populares, encontramos la Trilogía del dólar de Sergio Leone, junto con otras obras maestras del cine, como es el caso de “Indiana Jones y la última cruzada”, o de la genial “Lawrence de Arabia”.

Algunos de los escenarios y decorados utilizados en las películas de vaqueros quedaron montados a perpetuidad, siendo esta una oportunidad única para explotarlos culturalmente a través del turismo. Actualmente, existen tres parques temáticos distintos que ofrecen al visitante la posibilidad de descubrir el mundo del cine en primera persona. Tres propuestas que forman parte de un sector muy afianzado en nuestro país.

El primero es Oasys, también conocido por los habitantes de la zona bajo el nombre de “Mini Hollywood”. Fue edificado en el año 1965 para grabar las películas «El bueno, el feo y el malo«, “La muerte tenía un precio” y “Por un puñado de dólares”. Obras que hemos citado anteriormente y que configuran la creación más conocida de Leone. Gracias a la calidad de sus decorados, los extras que participaron en la grabación de las películas decidieron comprar el poblado y reconvertirlo en un espacio visitable. A día de hoy, es una atracción turística de primer nivel para los amantes del séptimo arte. Un punto lleno de vida donde tienen lugar todo tipo de espectáculos y eventos.

El segundo parque temático ubicado en la zona es Fort Bravo/Texas Hollywood, construido también por el equipo técnico de Sergio Leone. En 1977 fue adquirido por Rafael Molina, un doble y especialista de cine. Con buen ojo, decidió mantenerlo en buen estado por si tenían lugar otras grabaciones en un futuro próximo. Se trata de otro punto ineludible de la ruta Western de Tabernas, y también se celebran espectáculos diversos. Contrastan los tres estilos arquitectónicos que dibujan sus calles, con una zona centrada en la arquitectura colonial. En definitiva, un museo cinematográfico al aire libre.Por último, nos centramos en el último punto del itinerario: Western Leone. Un decorado utilizado en los fondos de «Hasta que llegó su hora«. Otra de las obras cúlmenes del – a veces mal llamado y a veces incomprendido- Spaghetti Western. Funciona como espacio público desde 1968, y es uno de los lugares que mejor transmite la esencia de una de las etapas más prolíficas de la historia del cine. Austero, pero absolutamente genuino.