Implantología dental a lo largo de la historia

La reposición de piezas dentales no es un descubrimiento de las últimas décadas, es un procedimiento que se halla ya en la Prehistoria. En algunos yacimientos se ha podido comprobar que era habitual colocar un hueso de la falange para tapar el hueco dejado por la pérdida de un diente y que el cadáver no presentara una boca imperfecta.

En los restos estudiados de la civilización Maya se encuentran ya las primeras evidencias de implantes in vivo aunque, por pura lógica, nada tienen que ver con los implantes dentales en Móstoles que ya se realizan en 24 horas.

¿Qué es un implante dental?

El implante dental, tal y como lo conocemos en la actualidad, consiste en la sustitución de la raíz de una pieza dental con un perno metálico y la colocación sobre él de una pieza artificial que emula al diente.

Evolución de los implantes dentales

Sin necesidad de retrotraerse a muchos siglos atrás, ya en los albores del siglo XIX y con la puesta en práctica de técnicas de cirugía bucal, los implantes inter vivos y autotrasplantes

Estos últimos consistían en usar una pieza menos visible del propio paciente para recrear otro y mejorar la estética; y el primero, en el uso de dientes de gentes humildes para conseguir lo mismo en personas más pudientes. 

El fracaso fue absoluto tanto por cuestiones éticas como por los problemas infecciosos que en ambos casos se producían.

Abandonadas estas técnicas, se comenzaron a emplear diversos materiales para infundir en el alveolo e intentar que se uniesen al hueso de la mandíbula; pero aunque en ocasiones se consiguió, la alta toxicidad de la plata y el plomo o la nula adherencia de otros elementos hicieron que se produjera un parón importante en este tipo de reconstrucción dental.

No fue hasta bien entrado el siglo XX cuando se pudo comprobar que una aleación de tantalio y titanio era bien aceptada por el hueso, sin producir rechazo, y se retomó la práctica de la implantología. Un nuevo fracaso, esta vez debido a la facilidad con que estos implantes se desprendían o encapsulaban y los daños que conllevaban provocaron de nuevo una nueva parada en este campo de la odontología.

Por mera casualidad, durante unas investigaciones sobre la microcirculación ósea, y con la introducción en el hueso de diminutas cámaras de titanio para ello, se observó que a la retirada de estas partes del hueso que había sido necesario abrir se habían fundido con el metal de forma natural.

Esto, que ahora se conoce como Osteointegración, es el pilar básico en el que se apoya el nuevo impulso que ha habido en los últimos años respecto a la implantología dental.

Entre las técnicas más innovadoras de las que se puede hacer uso hoy en día destaca la implantología sin cirugía, que utiliza como herramienta primaria la radiología tridimensional, no necesita de suturas, y, por tanto, evita tiempos de espera y reiteradas visitas a la clínica.

Permite que el paciente luzca desde el primer día su nueva sonrisa, ya que se colocan fundas idénticas a las que serán las coronas definitivas a los pocos días y sin necesidad de nada más que cumplir con las revisiones habituales en estos casos.