El reconocimiento facial podría llegar en los próximos meses a las oficinas centrales de la policía científica

Tecnología de última generación para combatir el crimen en España. Esta es la idea que encierra el sistema de reconocimiento facial al que la Policía Nacional, la Guardia Civil y los demás Cuerpos de Seguridad del Estado podrán encomendarse en breve para la detención de delincuentes. Se trata de ABIS (Automated Biometric Identification System), una herramienta dotada de inteligencia artificial que servirá para identificar de forma automática a aquellas personas que hayan delinquido gravemente en el pasado. Por el momento, la prueba piloto ya está en marcha.

El corazón de ABIS cuenta con un potente algoritmo bautizado bajo el nombre de Cogent y que ha sido creado por la empresa de origen francés Thales, experta en el diseño de soluciones tecnológicas para el ámbito militar. El funcionamiento del sistema se centra sobre todo en cotejar las imágenes recogidas por las cámaras de seguridad con las imágenes que forman parte del archivo de la policía. Hecho esto, se procede a identificar al sospechoso a partir de la comparación de millones de rasgos faciales.

El proceso que sigue el algoritmo arranca con un primer paso en el que ABIS, mediante técnicas de visión computacional, es capaz de detectar el rostro de una persona en una fotografía y extraerlo para delimitar el patrón característico que lo define y que lo hace único frente al de las caras de otros individuos. A continuación, la inteligencia artificial contrasta ese patrón con los que ya hay previamente almacenados en el banco de imágenes de la policía y, por último, arroja los resultados coincidentes.

Con este mecanismo, las investigaciones policiales incorporan una herramienta que ya venía dando sus primeros pasos de éxito en entornos tan importantes como las entidades bancarias, los aeropuertos o las plataformas digitales de juegos de azar. De hecho, a día de hoy, los clientes de la mayoría de los bancos pueden extraer dinero o firmar sus operaciones financieras a través de sistemas biométricos como el del reconocimiento facial, que también está ganando presencia en las puertas de embarque de las terminales para agilizar el tránsito de pasajeros. 

Además, el uso de esta tecnología está dando muy buenos resultados en los mejores casinos online, donde su aplicación se aprovecha especialmente para evitar delitos de suplantación de perfiles. Las salas de juego integran este modelo de biometría en protocolos de verificación de identidad tan eficaces como el denominado sistema KYC (Know your customer). Se trata de una herramienta cuya tarea pasa por verificar la identidad de los jugadores que tratan de iniciar sesión en sus cuentas particulares. En este caso, la identificación del rostro se lleva a cabo por medio de una cámara web en la que se aloja el software encargado del escaneo facial.

Desde el Ministerio del Interior estiman que la base de datos sobre la que trabajará ABIS se compondrá de más de cinco millones de fotografías de personas que ya estaban fichadas previamente, y que se irá actualizando con archivos de nuevos arrestados desde el momento en que el programa empiece a funcionar de manera oficial. Las propias autoridades informan de que no se utilizarán imágenes pertenecientes a los registros de tipo civil a las que puede acceder la policía, como pueden ser las fotografías de los DNI o de los permisos de conducción.

La llegada de ABIS no sólo supone un avance cualitativo en la captura de delincuentes, sino que además está sirviendo de base para generar debate en torno a la privacidad. Y es que, aunque desde el Ministerio del Interior aclaran que su empleo quedará reducido exclusivamente a asuntos policiales, han surgido voces preocupadas por el mal uso que se le pueda dar a una herramienta así. La propia Agencia Española de Protección de Datos tendrá que evaluar ahora si el tratamiento de las imágenes entraña o no un peligro para la vida privada de los ciudadanos. En este sentido, surgen varios interrogantes: ¿En qué situaciones concretas se utilizaría el sistema? ¿Con qué garantías? ¿Cuánto tiempo pueden permanecer archivados estos datos biométricos? ¿Quién accedería a ellos?
Mientras todo eso se resuelve, está previsto que la instalación de ABIS se lleve a cabo fundamentalmente en las oficinas centrales de la policía científica, donde se utilizará como complemento de otras técnicas de identificación como las de ADN o huellas dactilares. Todavía se desconocen fechas concretas, pero todo apunta a que en los próximos meses podría estar operativa la primera estación de trabajo de este tipo. La implantación de tecnologías de reconocimiento facial en intervenciones policiales empieza a abrirse camino en el resto de Europa. Países como Francia, Países Bajos, Alemania y Reino Uno ya las utilizan.